Es realmente una pena que la decadencia del país se extienda cada vez a más espacios y en especial a sitios que solían hacer de la excelencia una práctica habitual.
Estuvimos con mi señora el viernes por la noche. Reservamos para las 21 hs y al ingresar nos llamó la atención que sólo tres mesas estuviesen ocupadas. Los platos fríos habituales con mucho menor variedad que la ofrecida en otros tiempos, escasas opciones de ensaladas y un jamón crudo excesivamente salado y falto de maduración que mostraban la baja calidad del producto. Los platos calientes ofrecidos que realmente deberían avergonzar a quien los prepara daban fé especialmente de la falta de interés y respeto por los comensales. Un risotto seco y fuera de punto, unos pocos trozos de carne grasosa flotando en una salsa de dudosa confección, sopa…, y un filet de brotola inmersos en una crema desprovista de todo sabor eran las únicas opciones. Los postres, los habituales, sin atisbo de creatividad alguna con el agravante de que las dos cremeras de los extremos se encontraban casi vacías. Pedimos el menú sin vino y gastamos propina incluida $11000. Que no estaría mal si el menú, la variedad y la reposición de los platos volviesen a ser como antes.
Interpreto que por la crisis económica ya no disponen de un gerente de bares y restaurantes y si lo tienen por favor despidanlo de inmediato porque está robando un sueldo.
Por ahora no se puede volver…